En los últimos tiempos la tecnología se ha puesto al servicio de la seguridad para ofrecer nuevos recursos de vigilancia, como drones, o nuevos métodos identificativos y de control de accesos que garantizan la no intrusión en un lugar sin autorización. Estos avances han ocasionado que la seguridad comience a fundirse con el campo de la biometría, de forma cada vez más exhaustiva y fiable.
La biometría es un sistema automatizado que se encarga del reconocimiento humano basado en uno o más rasgos físicos. Prueba de ello son los lectores biométricos, presentados desde simples mecanismos, como puede ser el reconocimiento de huella dactilar en un teléfono móvil (que todavía no es del todo preciso), hasta sistemas dactilares más complicados, fiables e inequívocos, y mecanismos aplicados al reconocimiento de voz, iris, rasgos faciales, geometría de manos, olor corporal, reconocimiento del ADN, etc.
Esta tecnología se utiliza como alternativa a controles de acceso más comunes partiendo de la premisa de que cosas que pueda llevar el usuario para acceder, como llaves y tarjetas de identificación, pueden ser perdidas, sustraídas y/o duplicadas. También las contraseñas y códigos pueden ser olvidados, sustraídos y/o duplicados.
Pero la biometría no puede ser alterada y forma parte de la persona. En muchos casos hemos oído hablar duplicados de huella dactilar, pero supone un arduo trabajo para quien lo lleve a cabo y, evidentemente, esto podría suceder, además de en las películas, en lugares muy exclusivos. Aún así, con el gran avance que han experimentado estos sistemas, no deja de ser más difícil duplicar una huella dactilar que averiguar una clave, indudablemente.
Actualmente, el sistema de identificación de huella dactilar es el más avanzado. Los sistemas biométricos funcionan a través de lectura óptica o lectura de capacitancia. El usuario debe registrar su huella dactilar para verificaciones futuras. Para identificarla, un lector óptico como el usado en las camaras digitales, que tienen un arreglo de diodos sensible a la luz que generan una señal eléctrica en respuesta a fotones de luz. Así identifican las formas de la huella. Los lectores capacitivos generan una imagen de las crestas y valles que conforman una huella digital, pero en vez de hacerlo con luz, utilizan corriente eléctrica generada al poner el dedo.
En cuanto a su instalación, este tipo de sistemas, por su precio y prestaciones, se emplean en lugares donde la seguridad debe ser extrema. Apenas son instalados en hogares particulares, y las empresas que recurren a ellos suelen tener un estatus más alto que la media o precisar de necesidades de seguridad excepcionales, como los aeropuertos o aduanas. En ellos, los datos biométricos de los usuarios son rápidamente procesados en una base de datos policial para identificar a posibles sospechosos.
El inconveniente más importante radica en la confianza del usuario obligado a escanear sus rasgos para acceder a un lugar o formar parte de una gran base de datos. El procedimiento es mucho más personal que echar una firma o escribir una contraseña. A pesar de eso, probablemente se convierta en el sistema de seguridad del futuro y poco a poco habrá que acostumbrarse. Cada persona es única y esa es la mayor baza para la seguridad.